Diez Mujeres
on sábado, 4 de enero de 2014
El 31 de Diciembre cerré un libro, literalmente, qué coincidencia tan triste.
Me encontré con Diez Mujeres en Quito, a finales de noviembre. Fui a la librería porque necesitaba escuchar, estaba pasando una situación en la que mi única necesidad era saber más, entender, llenarme de ideas, sin preguntas ni cuestionamientos.
En una suerte de intento de magia, le escribí a alguien pidiéndole que me recomendará un libro que me contestará lo que necesitaba saber. No tuve respuesta.
Es totalmente real que necesitaba escuchar, encontré a la vendedora del local, parecía intelectual, aunque bastante joven. Me acerqué y le comenté que necesitaba leer a una mujer, de preferencia latinoamericana y de preferencia contemporánea. Me llevó directo a Marcela Serrano, con su Diez Mujeres.
Estuve sentada en la librería tal vez una hora, ahí mismo terminé y lloré con el primer capítulo. Estaba leyendo exactamente lo que necesitaba, no eran consejos, no eran lecciones, era la historia de otra mujer.
Diez Mujeres me acompañó a cerrar el año, fue lectura de noches, de aeropuertos, salas de espera y algunos otros lugares donde no aguanté la tentación de sacarlo del bolso. Uno de los capítulos lo leía en un vuelo y ahí mismo me iba matando de risa.
Todos somos uno, no cabe duda, en la historia de cada una de ellas me encontré reflejada; al final del día todas las mujeres, en cualquier parte del mundo, estamos decidiendo lo mismo: amar u olvidar.
No estuve pendiente en lo absoluto de la obra como pieza literaria, puede ser o no una maravilla, ni siquiera lo noté, estaba totalmente concentrada en entender la historia de Juana, Simone, Natasha, Andrea y la mía. Marcela Serrano lo dijo perfecto: "Las heridas se empiezan a sanar cuando se rompen las cadenas del silencio"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario